Desde 2022, las llamadas a la línea 135 -el dispositivo que abrió el Ministerio de Salud de la provincia para asistencia y prevención del riesgo suicida- vienen creciendo exponencialmente. Un par de años atrás se registraba una media de 100 a 160 llamadas al mes; el año pasado, el promedio mensual osciló entre las 300 y las 400, y este año el personal capacitado de esta área está atendiendo de 600 a 700 llamadas por mes; un promedio de más de 20 por día. Es decir, casi una por hora.

La salud mental se ha convertido en un tema de suma relevancia en las últimas décadas, al punto que el tema ganó espacio en los debates públicos y sociales. La creciente incidencia de trastornos mentales, como la depresión, la ansiedad y, en casos más graves, el suicidio, ha encendido las alarmas en los sistemas de salud de todo el mundo.

En la última década, en la Argentina se registró un notable incremento de los trastornos mentales -en especial, la depresión y la ansiedad-. Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, más de un 20% de los argentinos experimenta síntomas de depresión en algún momento de su vida. Los informes oficiales dan cuenta de que la tasa de consultas por problemas de salud mental ha crecido de manera sostenida; y el impacto de la pandemia de covid-19 exacerbó esta tendencia.

Durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), la reclusión social, el miedo al contagio, las pérdidas personales y económicas, y la incertidumbre motivaron un aumento en los niveles de ansiedad y depresión en la población. De hecho, durante la pandemia, se registró un incremento de entre un 30% y un 40% en las consultas por problemas de salud mental, tanto en el sector público como privado, en el ámbito nacional.

Enfrentamos una crisis de salud mental sin precedentes, que demanda una acción colectiva urgente; fundamentalmente, en términos de prevención y de asistencia a quienes padecen estas afecciones.

La histórica idea de no hablar sobre estos temas ya no corre más. Por el contrario. Hay que echar luces sobre los problemas de salud mental, y encararlos. La situación es grave: en la Argentina ya hay más muertes por suicidio que por accidentes de tránsito.

En el ámbito nacional, la tasa de suicidios alcanza un 9,8 cada 100.000 habitantes. En el país, el suicidio se cobra la vida de 500 adolescentes por año; ocupa el segundo lugar entre las causas violentas de muertes en chicos de 10 a 19 años. Y de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, por cada suicidio hay 20 tentativas.

Por arriba de la tasa nacional se ubican las de 15 provincias; entre estas, Tucumán, con un 12,6 por cada 100.000 habitantes.

La mejor prevención del suicidio es hablar. Así lo remarcan los especialistas. Esta postura se ubica en las antípodas de la que primó durante años, que hablarlo era fomentarlo.

En ese sentido, la existencia de una línea especial para asistencia a las personas que atraviesan una crisis cobra vital importancia. Este tipo de servicios permiten que quienes se encuentran en situación de riesgo inmediato accedan a ayuda profesional de manera rápida y confidencial.

La Línea 135 ofrece contención emocional y orientación para aquellas personas que se encuentran en momentos de crisis, y no saben a dónde acudir o se sienten incapaces de buscar ayuda formal en un centro de salud o en un hospital. Las líneas telefónicas proporcionan un canal accesible, anónimo y, sobre todo, inmediato. Y esto puede marcar literalmente la diferencia entre la vida y la muerte.

Estos servicios deben estar acompañados de campañas de concientización para que la población, para que, en especial los jóvenes, conozcan su existencia y se sientan con confianza para utilizarlas ante una crisis.